Me repugna la diplomacia.
Reconozco mi naturaleza casi siempre impulsiva, pero me repugna. Claro está, desde mi punto de vista. Puntos de vista, perspectiva, mirada desde un lado de muchos…y desde el mío, me repugna.
Prefiero la educación a la diplomacia. Prefiero un «buenos días» o un «hasta luego», que dos besos diplomáticos e innecesarios en las mejillas del «rechazado». Es de una violencia sutil y perversa. Prefiero la violencia en grito o discusión, porque está menos «intelectualizada» y por tanto es más honesta, más conectada con el alma. O al menos a mí me lo parece.
La diplomacia que se viste de «blanco» para que todo permanezca «normal» y «equilibrado», aunque luego se espete al sujeto con un rechazo-empujón y deje en el aire el pitido de un marcapasos atravesando el espacio.
Atroz, es de una violencia atroz.
Pero claro, a lo mejor todo esto forma parte de mi locura. Esa que ya reconozco y en la que me envuelvo y desenvuelvo a momentos.
Por eso también me burbujea el estómago cuando oigo decir a alguien de otro «es que es muy raro/rara». De otro o de mí…me burbujeo.
Nos ha domesticado tanto el sistema, que desarrollamos formas sutiles y perversas para rechazar con diplomacia al que no entendemos. Perdemos la empatía a velocidad de vértigo. Llamamos raros a quien no comprendemos del todo, o con el que no compartimos el todo, o con el que nos muestra demasiado de sí mismo y nos asusta, o de quien tenemos una mirada parcial de cómo es. Siempre es una mirada parcial, porque somos tantas cosas…Pero claro, el sistema nos educa para ser menos cosas, para tenernos controlados mientras nos controlamos, y catalogar ,etiquetar y sellar con esa mirada parcial al otro, a los otros. Sé que necesitamos las «formas» para la convivencia…pero…ay…prefiero la educación a la diplomacia.
Sistema domesticando y anestesiando el SER, y sofisticando la sutil violencia, ATROZ, ATROZ, ATROZ del rechazo…
Lección siguiente ¿Qué aprender? Independencia, más independencia, y pararse mucho menos, porque a la indolencia me va a ser muy difícil llegar…creo. Seguir sin miedo hacia delante, para no dejar que suene el pitido del marcapasos y se produzca la muerte súbita atravesando el espacio.
Y sí…ya sé…ya sé que el ego se transparenta en estas palabras. Y sí…ya sé…ya sé que descubro «again» mi alma y la lanzo como carnaza a las fieras. Pero yo qué sé…a lo mejor tienen razón y soy «RARA»…jajajjajajajja…
Busqué en el diccionario la palabra y dice textualmente:
«Raro es sinónimo de algo poco frecuente o sin igual»
«Rareza biológica, se habla de especies raras en biología para referirse a aquellas especies poco abundantes de forma que casi siempre quedan fuera del muestreo, aquellas especies infrecuentes»
Son definiciones desde mi mirada positivas, entonces, ¿por qué utilizamos la palabra siempre como poco con un cariz negativo?
Ummmmm…interesante…
Asumo mi responsabilidad. La asumo, la acepto y la «dreno».
Bueno, está bien, todo está bien…dejémoslo estar.
Y como no quiero tomarme en serio ni que me tomen, y me agoto de mí muchísimo, finalmente reivindico el sentido del humor como mejor arma para recuperar la empatía, y comparto este vídeo maravilloso que espero veáis al completo, de un psicólogo clínico que se llama a sí mismo «titiripeuta». Qué bonita palabra.
¿Titirepeuteamos juntos?
(El vídeo llega a mí de la mano de unas amigas que adoro, Juana y Coral. Qué bueno los amigos en la vida de uno ¿no?…qué bueno)
Sentaros tranquilamente y disfrutar.